Muchas personas quieren ponernos armaduras viejas que están hechas por ideologías humanas, fórmulas de éxito o tradiciones. Nuestra mejor armadura o vestimenta de éxito, es la que Dios nos dio. Recuerdo la historia de David, cuando Saúl, quiso vestirlo con la armadura propia, la de un viejo rey acobardado por un gigante, y David no podía si quiera caminar con ella.
“Y Saúl vistió a David con sus ropas, y puso sobre su cabeza un casco de bronce, y le armó de coraza. Y ciñó David su espada sobre sus vestidos, y probó a andar, porque nunca había hecho la prueba. Y dijo David a Saúl: Yo no puedo andar con esto, porque nunca lo practiqué. Y David echó de sí aquellas cosas.” 1 SAMUEL 17:38-39
David, se la quitó y entendió que no es con espada, ni armadura, ni ejército, sino por el Santo Espíritu de Dios. David pudo destruir ese gigante en el nombre del Señor de los Ejércitos. Lo que nos han enseñado está bien, pero lo que Dios nos enseña es mucho mejor.